martes, 18 de marzo de 2008

EL AY Y EL “TE QUIERO” LOS GRANDES TEMAS DE LA CONDICIÓN HUMANA. CESAR VALLEJO: POETA DEL DOLOR

Los Heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
La resaca de todo lo sufrido
Se empozara en el alma... Yo no sé!


Son pocos pero son... Abren zanjas oscuras
En el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
O los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
De alguna fe adorable que el destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
De algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre...Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como
Cuando sobre el hombro nos llama una palmada;
Vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
Se empoza como un charco de culpa en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!





Análisis

En el primer verso el poeta trata de explicar esos golpes a los que todos estamos sometidos. Es importante destacar que los puntos suspensivos implican el máximo resorte de expresión del poeta porque significan aquello que no se puede traducir en palabras.
En el tercero y cuarto verso el poeta habla acerca de la “resaca” que significa todo lo malo, lo doloroso junto. Incluso a través de un verbo que inventa para graficar como todo ese dolor nos penetra y nos destruye.
Al final del cuarto verso vuelve a decir “Yo no sé” está consternado, abatido porque no puede explicar el por qué de los golpes de la vida. Por fortuna dice que son pocos, pero que nadie está a salvo, ni el más fuerte ni el más audaz.. Hace alusiión al rey de los Hunos: Atilas que según cuenta la historia donde él atacaba nunca más crecía el pasto. El verso siguiente habla de los ángeles del Apocalipsis (Heraldos negros) que anuncian el Fin.
La tercera estrofa es la más dura ya que habla de la enorme frustración que vive el ser humano cuando se encuentra FRENTE a esos GOLPES.
Es importante aclarar que palabras como Dios, Muerte, Destino y Cristo están escritas con mayúscula porque representan lo eterno, lo metafísico, la totalidad, aquello de lo que no podemos liberarnos.
En la cuarta estrofa describe el estado en el que queda el hombre luego de haber experimentado el dolor inevitable de los golpes.
Es muy significativo el último verso que desde el punto de vista sintáctico es exactamente igual al primero, pero desde su significado (semántico) es distinto ya que después de recorrer a través de la palabra una posible respuesta no la encuentra por eso el grado de frustración es muy grande. El ser humano deberá simplemente aceptar esos GOLPES aunque no los pueda entender.