domingo, 21 de marzo de 2010




PROYECTO 2
Prof. Lic. Estela Quiroga
PARA LEER Y DEBATIR
Junto a tu grupo de trabajo deberás leer este documento, discutirlo y sacar conclusiones por escrito que después cada grupo va a exponer en un plenario.

“Sin ánimo de convertir el desarrollo del tema, en una reflexión filosófica, es necesario señalar que todo quehacer humano, que tiene como principio y destino al hombre, debe comenzar por el planteo antropológico. Eludir este cuestionamiento, lo aparta de conocer los fundamentos y como consecuencia no sabe ni el por qué ni el para qué de su acción.
Los temas que nos convocan, salud y sentido, son fenómenos típicamente humanos, debemos por consiguiente contestarnos antes de iniciar cualquier reflexión por el sujeto y objeto de la acción: el hombre.
Existen diferentes ideas acerca de lo que es el hombre, pero únicamente aquella que lo distingue de los demás seres y que exalta su peculiar dignidad ontológica, es la importante. Está idea, está sintetizada en la aseveración: el hombre es persona.
¿Qué es ser persona? Según Sto. Tomás, persona significa lo más perfecto que hay en toda naturaleza. De ahí, su valor por encima de todo lo existente. Ser persona significa fundamentalmente poseer espíritu y por ende libertad. Esa unidad que es la persona hace que lo material lo biológico, lo instintivo y todo aquello presente en el hombre, participe de esa dignidad que le es propia.
Al definirse al hombre como "persona humana" aludimos a su real pertenencia al mundo del espíritu y al universo material. En esa complejidad humana, integrada en la unidad persona, yacen las posibilidades de realización, de perfeccionamiento, de humanización. Ser hombre, dice V. Frankl, no reside en los hechos, sino en las posibilidades y agrega ser hombre no significa solamente ser otro, sino también poder ser otro. Esas posibilidades de ser otro, se cristalizan, en la captación y realización de valores, en la donación, entrega y compromiso como afirmación de la libertad y responsabilidad que le supone el ser persona.
Esas posibilidades, singulares y únicas, habitan desde el nacimiento en estado potencial y el hombre puede o no desarrollarlas en virtud de la autonomía y libertad que le son propias. Así podrá pensar y concretar a lo largo de la existencia su proyecto personal, ejercer la responsabilidad de sus acciones, autodeterminarse, es decir elegir –como señala Jaspers- aquel que quiere ser. Elige aquel que quiere ser, desde esa unidad y complejidad que es la persona, en donde habita el pluralismo dinámico de impulsos deseos, tendencias y también sus facultades y proyectos.
Preservar esa unidad, es luchar por preservar la salud. La salud, está signada por la unidad, en cambio la enfermedad está signada por la división. Salud es unidad, armonía, orden de impulsos, creencias, sentimientos, pensamientos, orden establecido en torno a un eje de valores objetivos, asumidos como tales desde la propia subjetividad.
Von Gebsattel expresa la salud es un trabajo constante, defensa victoriosa pero sin pausa, de las posibilidades constructivas de la vida, frente a su limitación, su hundimiento, su descomposición o, finalmente su supresión parcial o total, tanto en sus funciones elementales de la progresión vital como en los círculos funcionales superiores de la vida humana, del alma y del espíritu.
Cualquiera podría confirmar, con su propia experiencia, que salud es sinónimo de unidad y armonía. Cuando nos sentimos más plenos, es cuando vivenciamos la armonía de sentimientos, pensamientos y acciones. En cambio el desgarro, la desarmonía, el vivir divididos, el desorden, son aterradoras vivencias que nos produce la enfermedad y que nos conducen a la pérdida de sentido.
De lo expuesto, podríamos ya resaltar con claridad, que toda visión del hombre que participe, de algún tipo de reduccionismo, es en sí misma patógena, ya que de alguna manera, proviene y promueve la división quebrando así la unidad de la persona. Por el contrario, es marcadamente profiláctica, toda visión que sea unitiva e integradora, de todas las dimensiones del hombre. De aquí, el carácter de promotora de salud que encierra la Logoterapia de Viktor Frankl.
Esta idea fue explicitada por el maestro en su libro Logoterapia y Análisis Existencial en las siguientes palabras:."Hoy día es especialmente actual el peligro psicohigiénico del hombre originado por el nihilismo vivido".
La persona asoma al mundo, a través de su realidad corpórea y adopta distintas formas de aparecer. Estos modos de aparecer en el mundo, no siempre revelan la tan anhelada salud y armonía, sino por el contrario a veces manifiestan desorden, desequilibrio y otras tantas, severas patologías de personalidad. Estos desajustes conforman hoy, una larga lista de inquietantes problemas para la sociedad contemporánea: droga, suicidio, violencia intolerancia, discriminación, trastornos de la alimentación, entre otros, son conductas que, cotidianamente aumentan en muchos países del mundo y crecen a pasos agigantados en los países que componen el Continente Americano. A esto, debemos agregarle las consideradas hoy enfermedades de la gran urbe: cardiopatías, úlceras, accidentes etc.
Sin haber llegado, a padecer ninguna de las patologías mencionadas, cualquier persona sana, que observe la vida con mediana profundidad, se siente hoy afectada por el desamparo y desasosiego, por la incesante llegada desde todos los ámbitos de la cultura de mensajes patógenos, en los que se advierte el desconcierto y la confusión social en que vivimos.
Estamos asistiendo, a una sociedad, que día a día vive el derrumbe de la afectividad y creatividad, la ruptura de las tradiciones (hecho señalado con frecuencia por Viktor Frankl), y unido a esto la pérdida de los valores objetivos.
El sociólogo estadounidense Robert King Merton, ya en l938 en su teoría de la armonía, señalaba con gran sabiduría el desequilibrio que se generaba entre los objetivos que proporcionan ciertas culturas y los medios sociales necesarios para lograr esos objetivos. Esta situación, advirtió, hace que la persona vivencie carencias marcadas a nivel individual, y que con gran frecuencia cubra las carencias, con algunas de las substancias adictivas.
Esta situación de violencia cultural, destruye la mirada hacia adentro, impidiendo al hombre que alimente su mundo interior con lo real y verdadero, provocando un estado de anemia interno, de mediocridad, de pérdida de su libertad; propicio caldo de cultivo para que desarrolle perturbaciones individuales y por consiguiente alimente las patologías sociales, dando lugar al desarrollo de lo que :Frankl denominó "Neurosis de masa". Esta está caracterizada por cuatro síntomas: 1) actitud provisional ante la existencia, 2) actitud fatalista ante la vida, 3) forma de pensar colectivista, 4) fanatismo.
Ante ésta realidad, surge necesariamente las preguntas: ¿qué podemos hacer? ¿cuál es la misión que debemos cumplir aquellos que estamos ocupados por el ser y el acontecer del hombre? Realmente ¿somos verdaderos agentes de salud? ¿Velamos por una comunidad sana? Lo que sería igual a decir ¿velamos por el crecimiento de hombres libres, dueños de sí mismo y responsables de sus acciones?
Si entendemos que agente, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua, es aquella persona o cosa que provoca un efecto sobre otro, es indiscutible que agente ya sea de salud o enfermedad somos casi todos; pero aquellos que por nuestro quehacer diario estamos más expuestos socialmente, somos los primeros que debemos cuidar la salud para cumplir responsablemente con la misión de ser verdaderos agentes de salud. Nadie puede brindar aquello que aún no tiene. Es necesario que tengamos bien en claro que también "nosotros" y no sólo "los otros", padecemos los males que hoy nos aquejan.
En la mayoría de los países, se habla de la crisis en la educación o del fracaso del modelo educativo, y de las malas campañas de prevención de salud como los causantes de los desordenes mencionados. Así se suceden planes de salud y de estudio, transformaciones técnicas, cambios metodológicos, provocando muchas veces mayor desconcierto en la familia y en la sociedad toda, ya que según conclusiones estadísticas, estos cambios no produjeron disminución de los males. A esta realidad se suma el excitante y peligroso momento histórico que atraviesa el mundo, cuando la decisión entre la aniquilación y la paz se encuentra en duda en muchos puntos del planeta, y el mundo se encuentra dividido en titánicas luchas entre fuerzas contrapuestas que, basados en la bondad de sus doctrinas, idolatran sus ideas, prometiendo él optimo desarrollo de las sociedades y la eterna felicidad del ser humano.
Ante tal realidad y compartiendo la idea de que la educación es un proceso de personalización, que ser persona significa unidad y que unidad significa salud
devienen las preguntas esenciales que hemos obviado en esos cambios
¿Qué es educar? , ¿Para qué educamos?. La necesidad de la respuesta surge inexorablemente marcando el apremio de ocuparse por lo importante.
Randy Sparkman, tecnócrata estadounidense contemporáneo, ensaya una respuesta: Educar –dice- es ayudar a nuestros niños a alcanzar su máximo potencial, no solo como seres económicos sino, fundamentalmente como seres humanos", y agrega: aunque hayamos ocupado con tecnología cada resquicio de nuestras vidas, la naturaleza esencial del hombre ha cambiado poco. Seguimos siendo seres motivados por los desafíos, discutidores, sociables, orientados hacia el trabajo dispuestos a tomar riesgos, regidos por el espíritu. Agrega: la tecnología evoluciona permanentemente mientras la naturaleza humana cambia tan lentamente que, parece perenne, la ironía de la era digital es que serán las habilidades "básicas", no las fundadas en la tecnología, las que permitan progresar a las personas.(1)
A estas habilidades básicas Sparkman las llama dones y aclara que estos dones no son construidos, comprados o cedidos, sino que son dados y alimentados por la transferencia de una actitud, de una disposición, de un rasgo que pasa de generación en generación y que se diferencia a menudo de los productos obtenidos por múltiples entrenamientos.
Agrega Sparkman: esta apuesta por las habilidades básicas, no es una simple apelación nostálgica a regresar al pasado. Esta sugestión se basa en el conocimiento de que, a medida que las máquinas digitales se insinúan cada vez más en nuestras vidas, serán las habilidades específicamente humanas, aquellas en las que las computadoras fracasan las que nos permitirán manejar nuestra tecnología y emplearla siempre que permita agregar valor y no confusión a nuestra existencia(2). La invitación de Sparkman, es una exhortación a no caer en el absurdo de la despersonalización, por la absolutización de la tecnología, sino que la tecnología sea incorporada a una formación más humana e integral. En síntesis que el avance tecnológico sea un medio que beneficie el desarrollo del proceso educativo y no el fin de la educación.
Juan Mantovani, filósofo de la educación, define a la educación como el tránsito en el individuo, de una infraestructura vital a una superestructura espiritual en la que se captan y realizan valores.
Cuando el proceso educativo se asimila a la adquisición de aprendizajes que no tienen por finalidad promover el tránsito a la superestructura espiritual estamos cerca de cumplir con aquel propósito de Watson, cuando afirmaba: "Denme una docena de niños sanos y bien formados y el entorno que yo determine para educarlos y me comprometo a escoger uno de ellos al azar y entrenarlo para llegar a ser especialista del tipo que sea médico, abogado, artista, hombre de negocios y, si, hasta mendigo o ladrón."(3) Sin duda se puede lograr ese objetivo pero, un hombre así tratado, es un hombre al que se lo ha degradado, deshumanizado, convertido en lo que Frankl denominó "homúnculo". Un hombre convertido en dócil objeto de manipulación. Habrá adquirido el dominio de destrezas y habilidades pero, no se ha tenido en cuenta que esas adquisiciones deben estar al servicio de colmar una profunda necesidad, que es la sed de dar sentido a su existencia, de desarrollar un proyecto de vida, de descubrir e incorporar valores, como el necesario camino a la felicidad.
El hombre que no ha satisfecho, esa sed de sentido y realización es muy posible que navegue por la vida pero, muy fácilmente se ignore perdiéndose a sí mismo e ingrese en las listas de personas que padecen algunas de las patologías de la época. En síntesis será un hombre enfermo.
A propósito de esto escribió Federico Mayor Zaragoza, director de la UNESCO.
"Educar no es solamente inculcar saberes es despertar ese inmenso potencial de creación que anida en cada uno de nosotros a fin de que podamos desarrollarnos y contribuir mejor a la vida en sociedad. Por eso lo que más falta hace hoy en día, lo que reclaman, de nosotros de manera más o menos explícitas los jóvenes, en particular, los adolescentes que concluyen sus estudios secundarios son referencias, una brújula, una carta de navegar. Urge que les proporcionemos esa orientaciones so pena de enfrentarnos con grandes trastornos sociales y tenemos que hacerlo lo antes posible si no queremos que nuestros nietos murmuren refiriéndose a nosotros esa frase terrible de Albert Camus: " Pudiendo hacer tanto, se atrevieron a hacer tan poco " (4).
Las palabras de Zaragoza, tocan muy de cerca y surge una nueva pregunta, ¿qué responsabilidad nos cabe para que las palabras de Camus no se tornen realidad?.
Jain Etcheverry, médico argentino, señala con acierto: el fracaso en la educación es ante todo, el fracaso de un modelo cultural y de un sistema de valores que, si bien ensalzan las virtudes de la educación y el conocimiento, erigen como ejemplos de vida y de conducta justamente los modelos opuestos. Agrega los niños y jóvenes quizás no comprendan lo que leen en los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad:
Seguramente, el apartarnos de los planteos esenciales, hizo que nos quedáramos en el cumplimiento a medias, del verbo "Educar". Educar, significa sacar, extraer, pero, también es guiar y acompañar, hacia el logro de un mayor perfeccionamiento... Es imposible, plantearse la posibilidad de acompañar y guiar sin una reflexión profunda acerca de los valores.
Acompañar y guiar, supone la activación de la dimensión dialogal afectiva e íntersubjetiva de la persona, que por estar estrechamente ligada a la problemática de los valores, constituye uno de los aspectos que más puede ayudar a la superación de la crisis educativa, y con ello a la prevención de alguno de los males que nos aquejan. A modo de síntesis de lo expresado cabe señalar lo que considera Allers como meta de la educación, dice: la educación debe tener como meta "el establecimiento de un ajuste entre la actitud subjetiva ante los valores y la validez objetiva de los valores, y la realización completa de todas las posibilidades positivas que se encuentran dentro de la propia persona".
Los valores, esas realidades capaces de despertar el interés vital de la persona o de estimular su perfeccionamiento, son descubiertos por el hombre en el mundo que el mismo habita.
La intencionalidad cognitiva y la intención valorativa, interactúan conjuntamente, emergiendo ambas del fondo mismo de la persona, y es en el encuentro con el otro, en el ámbito de la ínter subjetividad, donde el valor resplandece y aparece en su verdadera magnitud.
Lo más vivo de la vida del yo se plenifica sólo en el encuentro con el otro, sólo hay persona si hay referencia a otra persona.
Es el primer encuentro, la relación madre –hijo, la referencia originaria de la existencia del encuentro con el otro. Sólo en el encuentro con los demás, con el mundo y con la cultura, es comprensible la vida del hombre. En su relación con el otro, el hombre teje indisociablemente los dos aspectos de su relación con el mundo: el conocimiento racional y la comunicación afectiva.
Expresa Längle: la vivencia del valor comienza con la aseveración: yo existo y tu existes y nos encontramos. No hay vivencia del valor, en ausencia de tal relación. La vida humana. es esencialmente relacional.
Algunos de los modos, de la dimensión dialogal, se inscriben en la relación padre -hijo, docente-alumno, terapeuta-paciente. Esta relación, para ser tal, debe estar signada por la apertura, el diálogo y el encuentro de intimidades que, se entregan en mutua donación. Sólo en la medida que padres, docentes y terapeutas, entre otros, construyamos una personalidad sana, es en la medida que éste encuentro será un potencial de salud para ambos.
Veamos desde la perspectiva de la logoterapia que supone una personalidad sana, para esto nos remitimos a los conceptos vertidos por el Dr. G. Acevedo en su libro "El modo humano de enfermar". Quien escribe que la salud supone:
- Sentido de vida, en un plan de vida incluido en un proyecto familiar y social,
- Posibilidad de escribir la propia historia vital en la propia familia, el trabajo y la comunidad.
- Posibilidad de expresar lo –no dicho- en el diálogo y la reflexión.
- Posibilidad de sentirse querido y de querer, privilegiando el encuentro con el otro.
- Posibilidad de transformar y de transformarse.
- Posibilidad de comprometerse, de participar y de sentirse participando.
- Posibilidad de establecer vínculos afectivos y solidarios y de convivir.
Sin duda, una personalidad así configurada, denota salud en la unidad y puede promover salud a los otros hombres; saliendo de él mismo y sin dejar de ser uno mismo.
Solo, en el espacio de comunicación viva y existencial entre personas, es posible transmitir salud. Sólo este encuentro es el que permite y da valor al acto educativo.
Escribió V. Frankl en su libro "El hombre doliente": la única posibilidad de que la humanidad sobreviva es la del encuentro de todos los pueblos en una tarea común.
Hoy hay en el mundo –según datos vertidos el 28/4/00 por la UNESCO y UNICEF en el Foro Mundial de Educación – 880 millones de adultos analfabetos y 113 millones de niños sin escolaridad.
¡Que el encuentro de todos los pueblos sea en la tarea de educar cumpliendo la misión de humanizar, con la esperanza de lograr la tan ansiada salud y transformación del mundo de la vida!. Entonces sí podremos decir: ¡hemos cumplido la misión de ser verdaderos agentes de salud! “
BIBLIOGRAFIA
Acevedo, Jerónimo. El Modo Humano de Enfermar. Editorial Fundación Argentina de Logoterapia "Viktor Frankl", 1994.
Bernabé Tierno, Antonio. Master en educación Editorial Temas de hoy, Madrid, 1993.
Jain Etcheverry, Guillermo. La tragedia educativa. Editorial Fondo de Cultura Económica Bs. As., 1999.
Frankl, Viktor. Psicoanálisis y existencialismo, Editorial Fondo de Cultura Económica, Bs. As., 1991
Fankl, Viktor. El hombre doliente. Editorial Herder, Madrid, 1994.
Frankl, Viktor. Logoterapia y análisis existencial. Editorial Herder, Madrid, 1994.
Leocata, Francisco. La vida como experiencia del valor. Centro de Estudios Salesianos, Bs. As., 1991.
Landaboure, Noemí Boado. De la relación pedagógica como encuentro existencial. Revista Logo Nº 24 Bs. As., 1997.
CITAS
Jain Etcheverry. "La tragedia educativa " pág. 151.
Jain Etcheverry. op cit 152.
Bernabé Tierno. Master en educación" pág. 25.
Jain Etcheverry. op cit pág 200.